22 de noviembre de 2013

Mujer, te declaro: perdí lo macho



No deseo bajarte las estrellas porque es de cuerdos; no quiero cantarte una canción romántica porque es de cuerdos; tampoco amarte por siempre hasta la muerte, ni recitarte poemas, ni llevarte serenatas, ni regalarte flores, ni tampoco: besarte como loco, abrazarte en el frío, acariciarte en la oscuridad, verte partir y despedirme llorando.  No te haré ninguna escena romántica ni te diré que te amo por lo que eres.  Prefiero más bien decirte día por día cuál parte de tu cuerpo me va gustando; luego decirte cual parte de tus sentimientos me va atrayendo y amarte fragmentariamente, analíticamente, porque desafortunadamente soy tan hombre que hasta perdí lo macho.  Un día comentaré que hay un pedazo de tu querer incómodo porque me obliga a hacer lo que no quiero, y además me implica un esfuerzo mayor y las energías hay que economizarlas.  Todo ahorro es una salvedad.  Quisiera estar loco para amarte de a pedazos y a cada pedazo descomponerlo infinitamente, porque es menos difícil querer a un átomo de mujer que a ti completa.  Por eso trabajo arduamente en la locura, cavilo, reflexiono, río solo, golpeo las paredes y después me arrastro en ellas, me despeino y hablo con el espejo del importante asunto de la fotogenia porque quisiera estar loco.  Pero no un loco cualquiera, uno específicamente: uno fragmentado.  No hay mayor placer que el despedazamiento propio, a tal situación le he iniciado una nueva tarea: El Auto-despedazamiento Exponencial y Proyectado.  Consiste en el análisis propio y cada vez más profundo hasta llegar a la más minúscula partícula que conforma nuestra corporeidad, y de este modo lograr el énfasis espiritual, porque mente sana, cuerpo sano.  Qué quiero decirte: hay muchas razones para amarte cuerda y lentamente, pero algo me ata, algo me impide ser tu principito, algo me llama a querer ser loco.  Quisiera estar loco y ser un fragmento de tu cuerpo, ser un pedazo de ti y sentir cómo corre la sangre por tus órganos y así conocerte pedazo a pedazo. Como a un jarrón roto te amo.  Hay una nostalgia, muchos recuerdos y mucho por pegar y reconstruir, pero, a ver, quién se atreve a recomenzar lo destruido, pocos lo hacen y como quisiera estar loco, en realidad no me interesa ser diferente, ser especial.  No.  Yo no te digo te amo con el pecho compungido, con la voz rota y las piernas flaqueantes, ni siquiera con las manos trémulas imploro algo de tu querer porque ya sé que no te interesa quererme, y como nada especial eres no hay por qué amarte.  Solo amo tu cariño intermitente, tus adorables expresiones de ternura cada tres meses, tus palabras mordaces de vez en cuando y todos los sentimientos que me expresas de época en época.  Tú no eres nada de eso, eres un caso excepcional de mujer: amo lo que sale de ti y no lo que hay dentro de ti; de vez en cuando también amo tu cuerpo, inevitablemente soy hombre, sí, pero como lo soy tanto a veces se pierde mi macho y es en esos momentos de perdición cuando amo lo que nunca sueles ser.  Amo lo que no eres y te pido un favor: no seas más.




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