29 de febrero de 2012

Inventabilidad: Las Artimañas de la elisión verbal. Elisión 1

Ahí arribita, mijo, trastornando a la casa, queda el ventiadero, sí, también es una venta de mecato y golosinas, pasabocas le dicen otros, chucherías, yo.  “El ventorrillo”, como le puse, está al pie, ahí juntito, de la carretera por donde pasan los camiones, enormes, esos que lo despiertan y asustan por la noche con sus estruendos y bocanadas de humo; los que serían ballenas, como dice, si viviéramos en un mar de humo; pero como vivimos en tierra de humo, son elefantes que ya no saben reír porque tienen los pulmones carbonizados; elefantes montañeros, como dice.  Ahí arribita en “el ventorrillo”, llegan los camioneros (otro tipo de elefantes, piensa uno siguiéndole la corriente) y piden comida…Mijo, venga subamos para que vea, venga lo cargo no se vaya a caer y me gano un madrazo, venga le muestro “el ventorrillo”, allá está Dani, su hermano mayor, pero no es tan mayor y el dice que está viejo, ni siquiera tiene barba; la otra vez me preguntó si yo sabía qué era lo inventable, ay mijito, que por qué (y pensé si no era culpa del televisor que anda diciendo tanta carajada y maleducando a los niños… pero su mamá dice que ahí tienen, ese aparato, para entretenerse y reírse todo el día; y ella puede hacer el destino), que porque eso dice, dice dónde, ahí, vea.  Entonces leí, pero no: no mijo, ahí dice i-ne-vi-ta-ble, pero me contestó; no mijo, lea bien, vea: las i-ne-vi-ta-bles necesidades de las estrellas… ¡usted qué hace leyendo esas chucherías…! Mejor vístase que nos vamos para el ventorrillo y déjese de pendejadas.  Así le dije al muy imberbe.  Venga pues, subamos, yo lo cargo, allá está Dani; para que jueguen un rato y se destete de esa televisión.


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