12 de julio de 2012

Newton y la Prisca Sapientia * - la reconstitución de la prisca sapientia como ideal del conocimiento newtoniano

De acuerdo a mi investigación, el eje articulador de la reconstitución del conocimiento es la unidad de La Verdad, que se ve garantizada por la unidad de Dios.
    
El conocimiento verdadero era todo, en cierto sentido, un conocimiento de Dios; la Verdad era una, estando garantizada su unidad por la unidad de Dios. La razón y la revelación no estaban en conflicto sino que eran suplementarias. Los atributos de Dios estaban grabados en la Palabra escrita pero se reflejaban también directamente en la naturaleza de la naturaleza.

   Me refiero a que, para Newton, los antiguos poseían el conocimiento perfecto, prisca sapientia, sobre la naturaleza, pero además, conocían de qué manera actúa Dios sobre la creación, prisca theologia, y tenían el conocimiento de la moral perfecta; encontrándose estos elementos articulados en la revelación divina. Es decir, es La Verdad que se presenta como única, ya que se refiere, precisamente, a la unidad de Dios. McGuire y Rattansi mencionan la unidad de La Verdad en la antigüedad, desde los llamados “escolios clásicos” de Newton, gracias a que es revelada por Dios como “una totalidad interconectada que comprendía el conocimiento natural, moral y divino.”  Pero queda preguntarse, de qué manera justifica Newton que los antiguos poseían el conocimiento perfecto sobre la naturaleza; más aún, qué incidencia tiene esto sobre la construcción del conocimiento de la Verdad única, que se refiere a la manera en que Dios actúa sobre la creación. Para lograr esto, de acuerdo a mi interpretación, Newton recurre a dos tipos de fuentes diferentes que, sin embargo, se complementan: las Sagradas Escrituras y el estudio sobre la naturaleza. Es decir, se refiere Newton a dos maneras de llegar a la Verdad: la revelación y la investigación natural. “Así pues, la primera religión era la más racional de todas las otras hasta que las naciones la corrompieron. Pues no hay modo (sin la revelación) de llegar al conocimiento de una Deidad sino por la constitución de la naturaleza.”
    
    De la afirmación newtoniana de un conocimiento perfecto sobre la naturaleza, que fue revelado por Dios y que se encuentra expuesto en diversos lugares (las Sagradas Escrituras y los templos antiguos), se sigue una pregunta fundamental para la comprensión de la investigación de la verdad newtoniana como reconstitución de la prisca sapientia, y que se encuentra relacionada con las preguntas formuladas más arriba acerca de la legitimidad del conocimiento que poseían los antiguos: habiéndole revelado Dios al hombre la verdad sobre todo lo existente en el mundo, ¿Por qué es necesario realizar una investigación en la naturaleza para encontrar La Verdad que ya poseíamos? De esta pregunta se rescatan dos elementos fundamentales para Newton. En primer lugar, la idea de que la religión primitiva, la que contenía La Verdad sobre el mundo y sobre la actuación del Creador en él, fue revelada por Dios mismo y que en ella estaban además de la Verdad teológica y la forma correcta de adorar a Dios (prisca theologia), la Verdad sobre la naturaleza (prisca sapientia) y la moral perfecta. Es decir, era un conocimiento perfecto sobre todo lo existente en el mundo y sobre la manera en que deberíamos comportarnos respecto ello. En un segundo momento de la pregunta, se afirma que por unas razones determinadas, este conocimiento se perdió, pues para Newton es necesario realizar una investigación sobre la naturaleza para poder reconstituirlo. Por lo demás, es necesario anticipar que, según Newton, sobre el conocimiento perfecto revelado por Dios fue enseñado otro que era falso, lo que tergiversó el contenido perfecto de la religión primitiva, dando paso a un conocimiento errado sobre el mundo.

De manera que para Newton es necesario establecer lo que Cohen llamaría revolución en el sentido etimológico del término: un regreso al conocimiento que poseían los antiguos. Pero a diferencia de lo que plantea Cohen que es un retorno al conocimiento de éstos, bordeando a los medievales, lo que Newton afirma en sus manuscritos sobre cronología de los reinos antiguos, historia de la religión y teología, es un retorno al conocimiento que poseían en la antigüedad, dejando de lado incluso a muchos de los filósofos antiguos, que serían herederos de un conocimiento corrupto y lo expondrían de esa misma manera; pero lo más sugestivo, según mi interpretación, y que es algo que por lo demás Cohen no menciona, es que Newton recurre a la autoridad de personajes no considerados clásicamente como filósofos, ya que el conocimiento Verdadero sobre todo lo existente lo poseían desde el comienzo Adán, su descendencia y Noé, pues fue a ellos a quienes Dios se los reveló, siendo incluso anteriores a la filosofía clásica.  De donde se sigue la importancia de la distinción en las fuentes que utiliza Newton para investigar la prisca sapientia: no sólo tenían el conocimiento perfecto sobre la naturaleza quienes habían realizado algún estudio sobre ella, sino que incluso los primeros moradores de la Tierra (Adán al comienzo y Noé luego del diluvio), poseían el conocimiento perfecto de la estructura de la naturaleza del mundo, porque Dios se los había revelado en la revelación de la religión primitiva.

    En su texto intitulado “A short schem of the truth religión”, nos dice Newton que ésta, la religión primitiva, consiste en nuestra deuda hacia Dios y hacia el prójimo, y que el cumplimiento de nuestros deberes hacia ellos sólo se logra por medio de la piedad y la rectitud, las cuales corresponden la primera a Dios y la segunda al prójimo. La piedad (Godliness) es el conocimiento, amor y adoración a Dios.
La piedad consiste en el conocimiento, amor y adoración de Dios. La     humanidad en el amor, rectitud y buenos oficios hacia el hombre (…) La     primera encuentra uso en los cuatro primeros mandamientos del decálogo (,) la segunda en los seis últimos.



* Continúa de la séptima edición. 
8. Orozco E., Sergio H. Modelos interpretativos del corpus newtoniano. En Estudios de Filosofía, Universidad de Antioquia, Nº35, 2008, p. 238.
 9. McGuire, James E. y Rattansi, Piyo M. “Newton y las flautas de Pan”. En Estudios de Filosofía, Universidad de Antioquia, No. 35, 2008, p. 183.
 10. Yahuda, Ms. 16.2, f. 74.
 11. En “Newton y las 'Flautas de Pan'”, McGuire y Rattansi exponen que, según Newton, el conocimiento de la antigüedad se encuentra vedado para los ojos del vulgo, ya que sólo quienes posean el método adecuado de análisis pueden reconstituir ese conocimiento perfecto. Cf. McGuire, James E. y Rattansi, Piyo M. “Newton y las “flautas de Pan”. En Estudios de Filosofía, Universidad de Antioquia, No. 35, 2008, pp. 149-187. Sergio H. Orozco E. propone, además, que sólo es posible dar cuenta de cómo ese conocimiento era en realidad perfecto, en la articulación de diversas disciplinas como la cronología de los reinos antiguos, la historia de la religión y la teología, por parte de Newton.  Orozco E., Sergio H. Isaac Newton y la reconstitución del palimpsesto divino. Medellín: Universidad de Antioquia, 2009, pp. 67-82.
 12. La referencia es a la distinción entre La Verdad revelada y La Verdad lograda por la investigación sobre el mundo. Desde esta perspectiva, se hace aún más evidente la unidad de la Verdad.
 13. Cf. Newton, Isaac. The original of religions. Yahuda Ms. 41, f. 3r-7r.
 14. Newton, Isaac. A short schem of the true religion. Keynes Ms. 7, f. 1r.

El escritor

Óscar Monteiro, con una hoja en blanco sobre el escritorio y un esfero en la mano, se puso a pensar. Recibir el Nobel. Atender llamadas de periodistas, amigos y familiares. Recibir felicitaciones. Dar entrevistas, conferencias. Alquilar un traje para la ocasión. Firmar autógrafos, libros. Hacer dedicatorias. Recibir aplausos. Hablar por un micrófono. Escribir un texto a la altura del evento. Hablar de política, de literatura, del próximo libro… Dejó de pensar.

Fue por un café a la cocina y ante el sonido incisivo del teléfono decidió desconectarlo. ¡Qué esperarán! Se sentó de nuevo en la silla, ante la hoja y el esfero, y continuó pensando. Escoger las palabras para ese día. Posar para las fotos. Leer un fragmento de la obra. Soportar aplausos, que lo llamen escritor, maestro. Responder preguntas. Soportar el ego… Fue al baño.

Antes de volver al escritorio para continuar con su tarea, colgó el teléfono, observó la biblioteca, la repasó por un momento. Se sentó a pensar. Las comparaciones, las críticas, las envidias, la competencia, las editoriales, los editores, los amiguismos, las publicaciones, los concursos, las tertulias, las ferias del libro, los rankings, la fama, el olvido… Dejó de pensar.

Encendió un cigarrillo. Agarró fuerte el esfero, recostó el codo sobre la mesa, acomodó la hoja. ¡Ahora sí! escribiré mi máxima, dijo en voz baja. Pero antes pensó. Escribir un cuento. Meses y meses. Escribir un libro. Años. Terminarlo. Leerlo. Releerlo. Corregirlo. Escuchar a los amigos. Darle la bendición. La editorial. Esperar meses la respuesta. El no. La imprenta. Desear dinero. El sí. Firmar el contrato. Ver cómo amputan el libro… Decidió no pensar más.

Sorbió el último trago de café, apagó el cigarrillo en el cenicero y, antes de irse a dormir, ¡ahora sí!, escribió: “Óscar Monteiro decide no ser escritor, no es capaz, le faltan agallas, le da miedo. Óscar Monteiro seguirá siendo crítico”. Se levantó del asiento, guardó el esfero y la hoja en el cajón, cogió el libro de Fernando Alí (que mañana destrozaría) y se lo llevó a la pieza.

Por Fernando Alí

Vacía Orbe


Ilustración Ángela Rojo
Estoy perdido, he buscado en lo profundo de esta tierra la solución a mi camino.  Con el paso de los días me hundo más y ya no soy el único, hay otros a mí alrededor.  Juntos miramos la luz que brilla tras las montañas; no sabemos qué tipo de luz es, sin embargo la seguimos porque es la única señal, porque es lo más lejano y después de ella, creemos, no hay nada más.  Tan solo oscuridad y es lo mismo.  La vemos porque tenemos esperanza, porque guardamos el aliento para el momento de la huida.  A veces he sentido flaquear mis fuerzas, como si esta pelea se hubiera perdido.  Hablo de mi lucha personal, todos han llegado aquí por su propia lucha personal y eso nos ha destruido; éramos más fuertes de lo que pensábamos y terminamos derrotados, es absurdo derrotarse a sí mismo, pero acontece y aquí estamos derrotados por nuestro propio ser.  Somos victimas del egoísmo, de nuestro propio silencio y de los deseos de autosuficiencia.  Este lugar es macabro porque ni siquiera reconocemos qué lugar es, si fuera el infierno lo sabríamos y por lo menos conoceríamos dónde tenemos nuestros pies.  Pero este sitio es escondido, no sé explicarlo: en ocasiones me siento arrojado por fuera de mí, de mi planeta e incluso de mi universo; de pronto me acongojo y entonces siento que he excavado en mi propio corazón y me he escondido allí, donde nadie pueda verme.  Entonces pienso, si estuviera dentro de mí no habría intrusos, no habría más condenados; y de repente recuerdo mis invenciones, mis fantasmas, tantos seres que me han agobiado.  Me culpo por convertirme en un fantasma de mí mismo, pero tal cavilación puede ser un artilugio también.  He intentado mirar hacia atrás, pero no es posible hacerlo, a pesar de girar mi cabeza nada se ve.  He imaginado en aquella oscuridad a un gigante, una enorme bestia que hace oscuridad, fabrica una humareda negra que se ha ido apoderando de nuestro entorno.  Esa oscuridad movediza ha ido alcanzándonos, antes tan lejana y ahora quiere ahogarnos y consumirnos.  Las emanaciones de la bestia nos han quemado, somos una carne sombría, quemada, nuestros ojos aún conservan un poco de destello, porque hasta en la calamidad más grande quienes entablan la lucha personal conservan la esperanza.  Aún hay quienes lloran y ellos mantienen mayor vivacidad a pesar de que el contacto de sus lágrimas con la carne sea doloroso.  Creo que es ese tipo de dolor que mantiene viva a la gente allá donde deben existir tranquila y apaciblemente, pero en este lugar duele.  He pensado varias veces que los que lloran son quienes existieron y nosotros sus fantasmas.  Puede que mi vida sea una mera invención de otro, pero su miedo ha llegado hasta mí.  Porque el mero respirar de esa bestia amedrenta, su hálito nos envejece.  Me imagino al
gigante tragándose la sangre de nuestro planeta, secando nuestra tierra, alimentándose de nuestros líquidos.  En el otro extremo la luz se hace intermitente, parece que viene y va hasta cierto punto de este valle entre las montañas y del mismo modo va hasta un inexistente espacio más allá de la cordillera; pero acaso es posible que la luz viaje donde nada hay.  De pronto la luz explota y comienza a devorar el cielo y a nuestras espaldas la oscuridad cede, sin embargo aquel árbol se desaparece ante tal iluminación y no lo vemos más, luego todo desaparece a nuestro alrededor, incluso nosotros mismo porque todo se hace día, un haz insoportable.  Nuestra estadía en este lugar se hace imposible.  Ahora todos flaqueamos, nunca creíamos que nuestra esperanza se volviera sobre nosotros y nos absorbiera.  Comienzo a escarbar la tierra, tal vez pueda hundirme un poco más, encontrar un poco de oscuridad propia, porque tanta fuerza, tanta energía me ha empalagado.  Debo reconocer que los que estamos aquí somos fuertes y soportamos grandes cantidades de dolor y de fastidio, de vituperios y angustias, por eso siempre buscamos un escape a la salida anterior, de este modo siempre nos hundimos.  Nuestras luchas personales son autodestructivas porque nuestro cuerpo es nuestra única arma.  Así que con uñas y dientes, hasta con los codos, escarbo la tierra seca y dura en busca de algún lugar frío y oscuro.  He comenzado a bajar y he sentido a otros hacer lo mismo, sin embargo el haz penetra rápidamente por nuestros trayectos y no nos abandona.  Continúo a tientas, bajando a tientas, escarbando a tientas, me pregunto a tientas si no era mejor no resistirme a mí mismo y dejarme fluir.  Dejarme llevar por mí mismo y evitar estos tipos de sufrimientos.  Qué va.  De pronto toco algo duro y metálico, se desliza ligeramente por debajo de mí, por debajo de la piedra en que me mantengo.  Creo que es una mano de la bestia, siento un vacío dentro de mí y otro en su mano, es fría y enorme.  Espero a que termine de deslizarse y me arrojo por el socavón que ha fabricado.  Hundirme así es mucho más sencillo.  Para el fondo falta demasiado y sin embargo me veo incapaz de llegar, tal vez deba descansar, dormir un poco en esta orilla.  Es imposible dormir, imposible descansar y aun así sé que nunca llegaré al final, porque tal fondo, el que está dentro de mí, es inalcanzable; igualmente sucede con el que está por fuera de mí.  Cada instante que pasa me siento más en el medio, como si en realidad no avanzara hacia algún extremo.  Siempre avanzo hacia algún meridiano y me traslado de meridiano en meridiano.  ¿Tan difícil es tocar fondo? ¡siempre que creo estar cerca a mis sentimientos me dicen: eres meridiano!


Por Reportero Pensante

Ilustración Ángela Rojo

El Grito

Renunciar a todo acto solemne ya es un recaer.  Hacia abajo hay mucho fondo, al igual que hacia cualquier dirección porque abajo es donde hay un sitio y de alguna manera llegamos a él.  Todos recaemos.  Ese hado inexorable de andar recayendo lo heredamos de nuestros ancestros, ellos también recaían, a su manera lo hacían, a diferencia de nosotros, no tenían cara de gravedad.  ¿Desde cuándo empezó eso de la cara grave, es decir, quiénes fueron los primeros en tenerla?  Esa pregunta luego intentamos responderla, por ahora centrémonos en las recaídas.  Hay una cuando bajamos y no tocamos fondo, cuando tocamos el suelo y aún no sentimos la caída porque el golpe no avisa, cuando reconocemos que andar cayendo es algo más que decir que del suelo no se pasa, porque la caída sigue por dentro.  Para adentro la caída es infinita porque hay una fuerza interior que jala, arrastra nuestro ser y no conforme con ello se lleva también nuestra piel, nuestros órganos y huesos hasta convertirnos en un pedazo de espíritu desnudo.  Nada más patético.  En ese momento de desnudez, de parcial estadía en el mundo no se puede pensar como comúnmente se hace, porque esa forma de razonar está estrictamente ligada al cuerpo: cuerpo sano, mente sana.  Pero encontramos la opción de pensar gritando, una nueva forma de llevar a un límite desconocido las posibilidades de la imaginación.  Sin embargo para lograr este grito, la desnudez debe ser total y el espíritu deberá estar liberado de todo atavío.  Las vestiduras son demasiado protocolarias para el nuevo grito, igualmente los adornos y las joyas.  Comenzamos con una mirada hacia adentro, buscamos nuestro vacío más grande y al lado de ése nos acomodamos, bien en la orilla de modo que al momento de lanzarnos no haya posibilidad de arrepentirnos ni de agarrarnos de algún sobresalto o tumulto.  Eso sí, antes de operar dicho salto debimos haber tomado la decisión de ser nada, de existir por el mero hecho de existir: agarrarnos del vacío.  Luego podremos arrojarnos tranquilamente y empezar a caer hasta lograr el recaimiento, así jalaremos nuestro propio cuerpo hacia esa gran oquedad de modo que de a pocos no habrá necesidad de volver a mirar hacia afuera y tampoco de usar prendas de vestir, ni de peinarnos ni maquillarnos la boca y los ojos.  Porque mirando hacia adentro el paisaje cambia abruptamente.  Cuando alcancemos una gran distancia y una buena velocidad de caída se podrá iniciar la práctica del pensar gritando, así realizaremos nuestros primeros gorjeos, nuestros primeros gruñidos y aprenderemos a abrir la boca sin ahogarnos.  Después, cuando dominemos esta técnica podremos hacer insipientes inquisiciones, retoñar nuestros primeros pensamientos y reunirlos de un modo placentero y conmovedor.  Completada esta fase podremos decir que empezamos a recaer, tal como un auto recaía hacia el asfalto, como un cohete a la luna, como el avión al cielo y como el buque al agua, del mismo modo que recayó la manzana al prado y después a la mano de Newton y de ahí a la historia de la humanidad, así también lo hicieron las guerras, las hambrunas, las pestes, las catástrofes, y así también, el hombre.  Pero todos esos recaimientos eran hacia el exterior, ahora hemos comenzado uno infinito.  Luego, emitimos nuestro primer pensar gritado, suena vulgar y horrendo, proferimos los siguientes y suenan igual de vituperiosos.  Así comenzamos nuestros improperios porque gritar, ni siquiera cayendo, hay que ir más allá y por eso renunciamos.
Por Reportero Pensante

El Libro de las Ausencias

Hola, mi nombre es el que tengo asignado como ingreso de usuario y apellido contraseña.  Hoy decidí dejar de ser parte de las redes sociales. Decidí no seguir siendo parte de una estadística, de un número más que suma el total de seguidores de la nada. Por años he invertido mi tiempo subiendo información a una red social para que todos sepan lo que hago ¿finalmente eso no es lo que haces tú también?  ¿Estar mostrándole a todo el mundo lo que haces, esperando un “Me gusta”, o un “No Me Gusta”, buscando una aprobación de tus gustos y de lo que diariamente resuelves hacer? De ahora en adelante decidí preguntarle a la gente lo que hace cara a cara, preguntarle lo que le gusta y lo que no, tratar de recordar cada cosa que dicen, porque en la vida real no hay historiales que pueda abrir nuevamente en la mañana. Preferí sacar el tiempo y visitar a ese familiar al que sólo he visto digitalmente hace años, decirle que lo quiero y pedirle que me muestre personalmente sus fotos, que sirva algo para que tomemos, que me brinde esa cerveza y ese pedazo de torta que alguna vez me llegó por una notificación. Decidí invitar a ese amigo o a esa amiga que alguna vez me dieron “Un Toque”, a que me abrace y me sienta realmente, que me toque fuerte de un apretón de manos, o que ponga su boca en mi mejilla y digan hola mirándome a los ojos. A que me pregunte acerca de mis viajes y a que me cuenten en palabras qué piensan de cada una de mis experiencias y de las fotos que tengo de recuerdo, y que puedan utilizar más palabras de las que alguien podría escribir en un campo de descripción acerca de cualquiera de ellas.  Quiero saber que si alguien me encuentra en años nuevamente me pregunte ¿qué has hecho? realmente no teniendo ni idea de qué es lo que he hecho, y que me vea viejo y yo igualmente a él o ella, porque vernos diariamente no nos hace parecerlo. Quisiera que cuando necesite saber realmente qué ha hecho alguien, levante el teléfono y lo llame, que me diga que hay de nuevo, y que sepa que no está dando tiros al aire en un sitio web esperando a ver quién comenta su estado… su estado de vida. Las redes sociales nos mantienen cerca… ¿cerca de quién? Qué tan diferente fuera si en menos de un año estuviera disponible una opción a la que le pudieras acceder y programar una selección aleatoria de tu información y el programa mismo comentara tus fotos o tu estado, y recibieras un “Me gusta” esporádico en tu bandeja de entrada, tan solo para sentirte observado, acompañado y socialmente útil, cuando realmente es algo inútil. No niego la capacidad comercial que tienen estos sitios, pero esos no fueron sus inicios.  Paradójicamente todos comenzaron como un servicio inocente, como una aplicación que te acerca a aquellos de los que no lo estás, y ahora están consumidos por la dinámica del mercadeo. Nos acostumbraron a ello, nos hicieron dependientes, esclavos de una droga libre, gratis, que nos desgasta cada día un poco de nuestras vidas. Todos tenemos la falsa sensación de que somos distintos; es la tontería más grande que nadie jamás ha dicho, lo que realmente nos hace diferentes es la combinación de cosas que hacemos, pero finalmente todos hacemos lo mismo.  Por eso tengo la tranquilidad de hablar por mí, sabiendo que muchos piensan lo que estoy diciendo ahora, pero nadie quiere afrontarlo, o tal vez sí luego de leer esto. Tal vez en este momento alguien este escribiendo algo similar, y también en este momento más de uno pensará que soy un idiota, digamos que la mayoría, pero si a tan solo una persona le puedo dar un poco de libertad, estas palabras no serán en vano.  La libertad de no tener que alimentar un ser virtual como si fuera tu propio cuerpo, la libertad de andar libre por la calle sin tomar fotos para subirlas y mostrarlas a tus jueces, la libertad para atreverse a montar una exposición real en una galería, o un bar, de tu trabajo y de lo que eres en la vida real. La libertad al no ser tagueado en cuanta foto suben otros de ti, abusando de tu nombre.  Libertad para aquellos que son fotografiados y exigen la prueba instantánea de su correcta actuación y aprueban o desaprueban el producto cual mercancía en una venta por catálogo, pues siempre prevalece el qué dirán, el miedo a quedar mal físicamente, a que se publique un perfil natural, pues extrañamente nadie quiere mirar de frente.  Pareciera que las mujeres se esconden tras su hombro y los hombres se inflan cual palomo en cortejo; Tensan sus bocas y mejillas, y luego de un flash, dejan caer sus hombros nuevamente, recomponen su cuello torcido con su boca, apenas pudiendo relajarse luego de haber exhibido su sonrisa predeterminada. Nadie es real, nada parece real. No sé ni cuánto cuesta enviar una carta, supongo que 6000 pesos colombianos; no conozco el puño y letra de ninguno de los más de 300 amigos que tengo en mi red social. No me canso de ellos, ni me disgusto, nadie puede hacerlo, con más de uno de ellos podía saber lo que sentía, ahora no sé, los veo a diario y nunca los veo. Tengo sus e-mails pero nunca les escribo directamente. Quiero poderle escribir a quien yo quiera, controlar mi información, controlar mi vida; lo que hago o no hago es mi asunto y de las personas que yo quiera, pero no lo quiero hacer de este modo. Es difícil de afrontar esta decisión en un círculo mundial donde prevalece la inmediatez de información, y no creo que esta red sea la única, creo que son todas.
Si tiene un hijo, no pretenda bajo ninguna circunstancia hacerle el mal de abrirle una cuenta de este tipo, puede ser la cuenta regresiva del futuro que no queremos muchos: indiferente, deshumanizado.
Si no proclamamos nuestra humanidad nos convertiremos en una estadística.
Pruebe que está vivo.
Tal vez esté equivocado, tal vez usted también.  Lo malo de las cosas no son ellas por sí mismas, es el abuso, pero aun haciendo uso moderado de esto, decidí que finalmente esto No me Gusta y aunque hay un botón para ello no es suficiente para expresar lo que siento.
Cerrar cuenta . . .  ACEPTAR.
Hola mi nombre es Nicolás Díaz.


INFORMATIK: IN-FORMARTE/ DE-FORMARTE Aparte dedicado a aquellos que se pronuncian ante el fenómeno de digitalización del Homo sapiens.

El universo es un gran fractal; nuestra realidad concebida equivocadamente como única y absoluta es tan solo una réplica a una escala determinada de la misma dinámica que tiene lugar a niveles macro y micro. En todas estas dimensiones la comunicación se muestra como el factor común crucial en el proceso de transmisión de información para múltiples y variados fines. En este sentido parece develarse ante nuestros ojos una premisa maravillosa, pero a su vez algo aterrorizante: todo lo perteneciente a nuestra realidad son tan solo datos en flujo perpetuo. Pero hablemos en esta ocasión de uno de esos datos en concreto, hablemos del ser humano. Este simio evolucionado con algunos años de protagonismo sobre esta antiquísima madre paciente. Saltando de rama en rama llevando escrito en su esencia biológica todo lo necesario para erguirse en X momento, no paró de aullar y balbucear hasta lograr engendrar y hacer sentir su música codificada. El lenguaje de lengua y de mano surgió entonces como una nueva aptitud cuyo alcance no se limitaría al de funcionar como recurso práctico, sino que llegaría a constituir incluso, la primera señal premonitoria del futuro que tendrá el simio ambicioso, peludo y cabezón.
Con el advenimiento de las nuevas tecnologías informáticas, nuevas actitudes y comportamientos enmarañados en lo más profundo de la psique humana se han comenzado a manifestar hasta convertirse en un inevitable fenómeno masificado. Ahora mas que nunca salta ante nuestra vista el congénito y firme deseo voraz, frenético y desaforado de la especie humana moderna por convertirse en información incorpórea. Al paso y compás de los misteriosos designios superiores, el ser humano apunta hacia la próxima etapa de su evolución, una en la que el “yo” se lanza al vacío enorme de la red y se disuelve en ese vasto plano de existencia con la misma ligereza que tiene un dedo cliqueando un mouse.
Mientras esto sucede, nos vamos entregando como guiados a ciegas y hacemos parte de dicha transformación a veces en armonía, sintiendo que controlamos y nos beneficiamos, pero a veces forcejeando contra la corriente, protestando alarmados y espantados ante lo que implica esta nueva evolución, esto es, la pérdida de la esencia humana a la que estamos habituados. Una esencia dada por cálida y emotiva, basada en los afectos y el contacto que es exhibida por seres vivos dotados de cuerpo. Ojos que se miran a los ojos, pieles que se rozan, respiraciones que se sienten y todo lo demás propio de las carnes. Leamos pues una de esas voces que se pronuncian con propiedad y ahínco mientras el rio sigue impetuoso su curso inevitable.

Por Kenny Cristian Díaz Bayona

Ficciones Etimológicas

Definida la ficción etimológica: es el resultado de indagaciones erróneas en las raíces de las palabras.  Aunque el investigador reconoce su falla continúa, porque es presa de una pasión diferente, la pesquisa de un mundo extrañamente imposible.  Se da paso a las propuestas que nuestros reporteros han realizado, porque la ficción crea realidad, mucho más cuando se esconde tras los sustentos de lo que creemos verdadero.

Las tradiciones de mi familia consisten en la traición personal para obtener el bien comunal, de este modo llevamos a través de generaciones lo que nos es inherente pero no nos pertenece.
En el árbol genealógico de mi familia corre la sangre de la traición.  No somos quienes deberíamos ser; cada día devenimos una esencia que brota de nuestras raíces, regadas por todos aquellos quienes desean consumirnos; de tal modo, a medida que nos siembran necesidades aquellos van saciando las propias.  Es decir, en mi árbol familiar ya no nacen bebés y hombres del mañana, se producen necesidades impropias para satisfacer necesidades inventadas.

Cóncavo. No convexo

¿Qué es esto que siento? No es la primera vez…de hecho crecí con esto. Lo poseo desde que tengo memoria… pero es que hoy… hoy me he hecho más consciente de su presencia. Me impacta, me impresiona, me da asco, me aterroriza. Su forma… la textura… ¡lo que supone que esté ahí!... ¡lo que realmente significa! Es increíble cómo nos acostumbramos a convivir con cosas que ni siquiera entendemos del todo, se nos hacen normales y olvidamos lo que realmente son. Así mismo es esto.
Mi dedo está ahora recorriendo una porción firme de mi cuerpo. Gracias a Dios, aún conserva la supuesta forma que debe tener. Es tenso, pero suave. Yo le he dado forma y puesto que no acumulo mucha grasa y a veces hago ejercicio, tiene inclusive una estética bastante masculina. Pero allí es donde localizo el centro (casi literalmente) del pánico momentáneo que hoy me sobrecoge. A excepción de mi ceja izquierda y una cerca a mi pelvis, no tengo marcas significativas….pero ¡esta!... ¡esta sí lo es!… y de hecho es la más profunda, abierta e impresionante. ¡Tuvo el descaro de suavizarse y establecerse en mi mente casi como un elemento estético que me humaniza y me une a mi prójimo! ¡Pero hoy no!  hoy desperté de ese letargo conformista y develé su falsa e hipócrita sutileza hasta ahora desapercibida.
Mi dedo sigue su aproximación… pero tengo miedo. Miedo de romper con el rico y armonioso recorrido lineal, a penas alterado por uno que otro relieve distinto de piel. Por eso decido mejor regresar, y arranco resuelto desde la hendidura formada entre mi esternón y mi garganta. Suavemente me voy deslizando; siento la dureza de mi pecho otorgada por músculos ejercitados y sólidos huesos estructurales. El contacto piel con piel es fácil y fluido como vuelo de cisne sobre el agua. Alcanzo a pasar sobre el fin de mi caja torácica, pero sigo en un suave desplazamiento lineal y sin grotescos socavones. Por un instante me detengo de nuevo... pero retomo rápidamente el recorrido que se encuentra ahora sobre mi vientre y desciendo poco a poco… ¡y me deslizo decidido ya sin detenerme! ¡Y me hundo!... ¡y mi dedo está allí!... ¡unos centímetros aterrorizantes por debajo del plano general del vientre! ¡Este agujero!... ¡Dios!... ¡este agujero!... ¡estoy cicatrizado abiertamente!... ¡estoy expuesto aunque cicatrizado!... ¡estoy abierto!.... ¡fui un cuerpo con un agujero insidioso en el centro de mi abdomen!... ¡y ahora hundo mi dedo en mi ser y me aproximo más a mis entrañas! ¡Por Dios qué cicatriz!... ¡se adentra demasiado en mí!... ¡pude chorrearme todo hacia afuera si no se hubiera tapado!... ¡qué vergüenza! ¡que terror!... ¡ qué asco! ¡qué impresión! Somos bolsas de carne antaño agujereadas… selladas por una penetrante y enmarañada soldadura de carne y piel.
Pero… ¿y si se me vuelve a abrir?... ¡Dios mio!... ¿y si me levanto algún día y este hueco inmundo vuelve y se destapa?... ¡me tengo que tapar!... ¡no quiero ver mi estómago y mis entrañas expuestas!… ¿o sí?... ¡sería bueno explorarme y verme el interior a través de este huequito! Quisiera conectarme de nuevo una manguera de carne como cuando era un impávido feto; mmm… le pediré a mi mamá que nos conectemos de nuevo. Creo que puedo usar una de esas tripas que usan para hacer morcilla o chorizo. Quizás devolviéndole su función ya no me aterrorice más este agujero de mierda que tengo en mi barriga. Mamá comerá, y de su estómago tomaré mi alimento.
Kenny Cristian Díaz Bayona
Otra bolsa de carne sellada
en el centro…

Editorial de la décima edición.


A Reportero Pensante le agrada presentarse, decir su nombre mientras gesticula con lentitud, como si sintiera por primera vez los músculos de la cara.  Al fin de cuentas para R. P. el movimiento es importante, por eso se presenta mientras se mueve.  Pero es una dinámica diferente, no es veloz, no es apabullante; el mover que le incumbe a R. P. es el imperceptible, el que hay que ver con ojos sencillos, el que se esconde detrás de la quietud, detrás del silencio, detrás de lo transparente.  Por tal motivo se presenta con lentitud, como una fuerza que arrastra, que jala, no como una que solo golpea, y a medida que pronuncia sus vocablos R. P. va dejando un halo de existencia diferente, de vida recóndita: eso ha tratado de encontrar, la diferencia dentro de la misma existencia, porque si hay que agarrarse de algo en esta vida y no hay de dónde, pues entonces que esa nada sea diferente por lo menos.  El asunto de sostenerse de algo para vivir crea muchas y grandes cuestiones, una de las que trama a R. P. es la de cómo sostenerse de la nada, pero él va más allá y después de preguntarse tal cosa propone la creación de una nada diferente.  En esos caminos anda, preguntándose por una nada diferente: acaso es negarla, acaso es aceptarla, acaso es cambiarla o simplemente encontrarla.  Por eso la mejor forma de presentación es aquella en la que se suscita mucho diciendo poco y a ello él responde con lentos movimientos, casi imperceptibles, para generar dudas e ideas en quien interpela.