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Ilustración Ángela Rojo |
gigante tragándose la sangre de nuestro planeta, secando nuestra tierra, alimentándose de nuestros líquidos. En el otro extremo la luz se hace intermitente, parece que viene y va hasta cierto punto de este valle entre las montañas y del mismo modo va hasta un inexistente espacio más allá de la cordillera; pero acaso es posible que la luz viaje donde nada hay. De pronto la luz explota y comienza a devorar el cielo y a nuestras espaldas la oscuridad cede, sin embargo aquel árbol se desaparece ante tal iluminación y no lo vemos más, luego todo desaparece a nuestro alrededor, incluso nosotros mismo porque todo se hace día, un haz insoportable. Nuestra estadía en este lugar se hace imposible. Ahora todos flaqueamos, nunca creíamos que nuestra esperanza se volviera sobre nosotros y nos absorbiera. Comienzo a escarbar la tierra, tal vez pueda hundirme un poco más, encontrar un poco de oscuridad propia, porque tanta fuerza, tanta energía me ha empalagado. Debo reconocer que los que estamos aquí somos fuertes y soportamos grandes cantidades de dolor y de fastidio, de vituperios y angustias, por eso siempre buscamos un escape a la salida anterior, de este modo siempre nos hundimos. Nuestras luchas personales son autodestructivas porque nuestro cuerpo es nuestra única arma. Así que con uñas y dientes, hasta con los codos, escarbo la tierra seca y dura en busca de algún lugar frío y oscuro. He comenzado a bajar y he sentido a otros hacer lo mismo, sin embargo el haz penetra rápidamente por nuestros trayectos y no nos abandona. Continúo a tientas, bajando a tientas, escarbando a tientas, me pregunto a tientas si no era mejor no resistirme a mí mismo y dejarme fluir. Dejarme llevar por mí mismo y evitar estos tipos de sufrimientos. Qué va. De pronto toco algo duro y metálico, se desliza ligeramente por debajo de mí, por debajo de la piedra en que me mantengo. Creo que es una mano de la bestia, siento un vacío dentro de mí y otro en su mano, es fría y enorme. Espero a que termine de deslizarse y me arrojo por el socavón que ha fabricado. Hundirme así es mucho más sencillo. Para el fondo falta demasiado y sin embargo me veo incapaz de llegar, tal vez deba descansar, dormir un poco en esta orilla. Es imposible dormir, imposible descansar y aun así sé que nunca llegaré al final, porque tal fondo, el que está dentro de mí, es inalcanzable; igualmente sucede con el que está por fuera de mí. Cada instante que pasa me siento más en el medio, como si en realidad no avanzara hacia algún extremo. Siempre avanzo hacia algún meridiano y me traslado de meridiano en meridiano. ¿Tan difícil es tocar fondo? ¡siempre que creo estar cerca a mis sentimientos me dicen: eres meridiano!
Por Reportero Pensante
Ilustración Ángela Rojo
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