12 de julio de 2012

Editorial de la décima edición.


A Reportero Pensante le agrada presentarse, decir su nombre mientras gesticula con lentitud, como si sintiera por primera vez los músculos de la cara.  Al fin de cuentas para R. P. el movimiento es importante, por eso se presenta mientras se mueve.  Pero es una dinámica diferente, no es veloz, no es apabullante; el mover que le incumbe a R. P. es el imperceptible, el que hay que ver con ojos sencillos, el que se esconde detrás de la quietud, detrás del silencio, detrás de lo transparente.  Por tal motivo se presenta con lentitud, como una fuerza que arrastra, que jala, no como una que solo golpea, y a medida que pronuncia sus vocablos R. P. va dejando un halo de existencia diferente, de vida recóndita: eso ha tratado de encontrar, la diferencia dentro de la misma existencia, porque si hay que agarrarse de algo en esta vida y no hay de dónde, pues entonces que esa nada sea diferente por lo menos.  El asunto de sostenerse de algo para vivir crea muchas y grandes cuestiones, una de las que trama a R. P. es la de cómo sostenerse de la nada, pero él va más allá y después de preguntarse tal cosa propone la creación de una nada diferente.  En esos caminos anda, preguntándose por una nada diferente: acaso es negarla, acaso es aceptarla, acaso es cambiarla o simplemente encontrarla.  Por eso la mejor forma de presentación es aquella en la que se suscita mucho diciendo poco y a ello él responde con lentos movimientos, casi imperceptibles, para generar dudas e ideas en quien interpela.

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