A Reportero Pensante le agrada
presentarse, decir su nombre mientras gesticula con lentitud, como si sintiera
por primera vez los músculos de la cara. Al fin de cuentas para R. P. el
movimiento es importante, por eso se presenta mientras se mueve. Pero es una dinámica diferente, no es veloz,
no es apabullante; el mover que le incumbe a R. P. es el imperceptible, el que
hay que ver con ojos sencillos, el que se esconde detrás de la quietud, detrás
del silencio, detrás de lo
transparente. Por tal motivo se presenta
con lentitud, como una fuerza que arrastra, que jala, no como una que solo
golpea, y a medida que pronuncia sus vocablos R. P. va dejando un halo de
existencia diferente, de vida recóndita: eso ha tratado de encontrar, la
diferencia dentro de la misma existencia, porque si hay que agarrarse de algo
en esta vida y no hay de dónde, pues entonces que esa nada sea diferente por lo
menos. El asunto de sostenerse de algo
para vivir crea muchas y grandes cuestiones, una de las que trama a R. P. es la
de cómo sostenerse de la nada, pero él va más allá y después de preguntarse tal
cosa propone la creación de una nada diferente.
En esos caminos anda, preguntándose por una nada diferente: acaso es
negarla, acaso es aceptarla, acaso es cambiarla o simplemente encontrarla. Por eso la mejor forma de presentación es
aquella en la que se suscita mucho diciendo poco y a ello él responde con
lentos movimientos, casi imperceptibles, para generar dudas e ideas en quien
interpela.
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