Hola, mi nombre es el que tengo asignado como ingreso de usuario y apellido contraseña. Hoy decidí dejar de ser parte de las redes sociales. Decidí no seguir siendo parte de una estadística, de un número más que suma el total de seguidores de la nada. Por años he invertido mi tiempo subiendo información a una red social para que todos sepan lo que hago ¿finalmente eso no es lo que haces tú también? ¿Estar mostrándole a todo el mundo lo que haces, esperando un “Me gusta”, o un “No Me Gusta”, buscando una aprobación de tus gustos y de lo que diariamente resuelves hacer? De ahora en adelante decidí preguntarle a la gente lo que hace cara a cara, preguntarle lo que le gusta y lo que no, tratar de recordar cada cosa que dicen, porque en la vida real no hay historiales que pueda abrir nuevamente en la mañana. Preferí sacar el tiempo y visitar a ese familiar al que sólo he visto digitalmente hace años, decirle que lo quiero y pedirle que me muestre personalmente sus fotos, que sirva algo para que tomemos, que me brinde esa cerveza y ese pedazo de torta que alguna vez me llegó por una notificación. Decidí invitar a ese amigo o a esa amiga que alguna vez me dieron “Un Toque”, a que me abrace y me sienta realmente, que me toque fuerte de un apretón de manos, o que ponga su boca en mi mejilla y digan hola mirándome a los ojos. A que me pregunte acerca de mis viajes y a que me cuenten en palabras qué piensan de cada una de mis experiencias y de las fotos que tengo de recuerdo, y que puedan utilizar más palabras de las que alguien podría escribir en un campo de descripción acerca de cualquiera de ellas. Quiero saber que si alguien me encuentra en años nuevamente me pregunte ¿qué has hecho? realmente no teniendo ni idea de qué es lo que he hecho, y que me vea viejo y yo igualmente a él o ella, porque vernos diariamente no nos hace parecerlo. Quisiera que cuando necesite saber realmente qué ha hecho alguien, levante el teléfono y lo llame, que me diga que hay de nuevo, y que sepa que no está dando tiros al aire en un sitio web esperando a ver quién comenta su estado… su estado de vida. Las redes sociales nos mantienen cerca… ¿cerca de quién? Qué tan diferente fuera si en menos de un año estuviera disponible una opción a la que le pudieras acceder y programar una selección aleatoria de tu información y el programa mismo comentara tus fotos o tu estado, y recibieras un “Me gusta” esporádico en tu bandeja de entrada, tan solo para sentirte observado, acompañado y socialmente útil, cuando realmente es algo inútil. No niego la capacidad comercial que tienen estos sitios, pero esos no fueron sus inicios. Paradójicamente todos comenzaron como un servicio inocente, como una aplicación que te acerca a aquellos de los que no lo estás, y ahora están consumidos por la dinámica del mercadeo. Nos acostumbraron a ello, nos hicieron dependientes, esclavos de una droga libre, gratis, que nos desgasta cada día un poco de nuestras vidas. Todos tenemos la falsa sensación de que somos distintos; es la tontería más grande que nadie jamás ha dicho, lo que realmente nos hace diferentes es la combinación de cosas que hacemos, pero finalmente todos hacemos lo mismo. Por eso tengo la tranquilidad de hablar por mí, sabiendo que muchos piensan lo que estoy diciendo ahora, pero nadie quiere afrontarlo, o tal vez sí luego de leer esto. Tal vez en este momento alguien este escribiendo algo similar, y también en este momento más de uno pensará que soy un idiota, digamos que la mayoría, pero si a tan solo una persona le puedo dar un poco de libertad, estas palabras no serán en vano. La libertad de no tener que alimentar un ser virtual como si fuera tu propio cuerpo, la libertad de andar libre por la calle sin tomar fotos para subirlas y mostrarlas a tus jueces, la libertad para atreverse a montar una exposición real en una galería, o un bar, de tu trabajo y de lo que eres en la vida real. La libertad al no ser tagueado en cuanta foto suben otros de ti, abusando de tu nombre. Libertad para aquellos que son fotografiados y exigen la prueba instantánea de su correcta actuación y aprueban o desaprueban el producto cual mercancía en una venta por catálogo, pues siempre prevalece el qué dirán, el miedo a quedar mal físicamente, a que se publique un perfil natural, pues extrañamente nadie quiere mirar de frente. Pareciera que las mujeres se esconden tras su hombro y los hombres se inflan cual palomo en cortejo; Tensan sus bocas y mejillas, y luego de un flash, dejan caer sus hombros nuevamente, recomponen su cuello torcido con su boca, apenas pudiendo relajarse luego de haber exhibido su sonrisa predeterminada. Nadie es real, nada parece real. No sé ni cuánto cuesta enviar una carta, supongo que 6000 pesos colombianos; no conozco el puño y letra de ninguno de los más de 300 amigos que tengo en mi red social. No me canso de ellos, ni me disgusto, nadie puede hacerlo, con más de uno de ellos podía saber lo que sentía, ahora no sé, los veo a diario y nunca los veo. Tengo sus e-mails pero nunca les escribo directamente. Quiero poderle escribir a quien yo quiera, controlar mi información, controlar mi vida; lo que hago o no hago es mi asunto y de las personas que yo quiera, pero no lo quiero hacer de este modo. Es difícil de afrontar esta decisión en un círculo mundial donde prevalece la inmediatez de información, y no creo que esta red sea la única, creo que son todas.
Si tiene un hijo, no pretenda bajo ninguna circunstancia hacerle el mal de abrirle una cuenta de este tipo, puede ser la cuenta regresiva del futuro que no queremos muchos: indiferente, deshumanizado.
Si no proclamamos nuestra humanidad nos convertiremos en una estadística.
Pruebe que está vivo.
Tal vez esté equivocado, tal vez usted también. Lo malo de las cosas no son ellas por sí mismas, es el abuso, pero aun haciendo uso moderado de esto, decidí que finalmente esto No me Gusta y aunque hay un botón para ello no es suficiente para expresar lo que siento.
Cerrar cuenta . . . ACEPTAR.
Hola mi nombre es Nicolás Díaz.
Si tiene un hijo, no pretenda bajo ninguna circunstancia hacerle el mal de abrirle una cuenta de este tipo, puede ser la cuenta regresiva del futuro que no queremos muchos: indiferente, deshumanizado.
Si no proclamamos nuestra humanidad nos convertiremos en una estadística.
Pruebe que está vivo.
Tal vez esté equivocado, tal vez usted también. Lo malo de las cosas no son ellas por sí mismas, es el abuso, pero aun haciendo uso moderado de esto, decidí que finalmente esto No me Gusta y aunque hay un botón para ello no es suficiente para expresar lo que siento.
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